23 de febrero de 2010

Estoy triste.....





Hola de nuevo a todos los que guardais un poco de vuestro tiempo para caminar por esta ruta que nos entrecruza en el camino. Aunque el título de mi nueva entrada dice "Estoy triste...", realmente no es así, si no que es el título de lo que hoy quiero compartir con vosotros.
Lo escuché hace unos meses, y se lo quise regalar a una persona que en aquel momento lo necesitaba, me he acordado de ello y hoy os lo dejó por aquí.

Estoy triste

Estoy triste por lo que dejo atrás,
pero a la vez,estoy feliz,
porque por primera vez,
tomo mis propias decisiones.

Gracias a ti,
he comprendido,
que en ocasiones hay que arriesgar,
para que las cosas salgan bien,
y alguna vez,para conseguir un sueño,
hay que seguir un camino incierto.

Pero que caer es sólo parte del juego,
y el único secreto está en volver a levantarse,
y afortunadamente,uno nunca está solo del todo.
Y,aunque a veces,
nos parezca que ya nada tiene sentido,
la vida siempre encuentra la forma de seguir adelante.
También he comprendido que,
alguna vez hay que romper con el pasado,
para conseguir lo que queremos.

Y que aunque toda ruptura nos causa un dolor,
sólo al alejarnos entendemos,
que lo que hoy nos parece el final,
mañana,
será sólo el principio de otra historia.

Como parece que en esta entrada, trato de compartir, ayer un amigo mío, y gran escritor, me hizo un regalo musical. Es una balada del maestro Bunbury. Os la dejo para que la escuchéis y todos los que no la conocíais disfrutéis de ella como lo he hecho yo.

Saludos a todos, y hasta la próxima.




"Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable"
(ANÓNIMO)


11 de febrero de 2010

Un factor a tener en cuenta: El tiempo






Antes que nada, me gustaría pedir perdón a todos los que habéis dedicado un poco de vuestro tiempo para entrar por este lugar que comparto con vosotros, por este parón, pero ha sido por falta de a lo que hoy le dedico esta entrada: tiempo, y por otras circunstancias, que me han hecho prácticamente imposible el estar más atenta de lo que hubiese querido, los que me conocéis bien seguro me entendéis, a los demás paciencia.

Hace unos meses leyendo "Todo (no) terminó" de Silvia Salinas, me llamó la atención, algo del prólogo que escribe para este mismo libro Jorge Bucay, es como una especie de cuento, pero creo que con mucho de certeza en lo que podemos sacar de él, y espero que a muchos de los que estáis al otro lado os pueda servir de ayuda, porque sin ninguna duda, a veces el tiempo se convierte en ese amigo nuestro al que olvidamos, no le prestamos atención, pero es el que nos acompaña en esta travesía llamada vida, que se vuelve incondicional con nosotros, el que nunca nos falla. Suele pasar desapercibido, no hace ruido, no llama nuestra atención, está en silencio, pero siempre que lo necesitamos es el primero en acudir, incluso, cuando hemos agotado las posibilidades que tenemos delante, él despacio a ese ritmo que nunca cambia, sale tendiéndonos su mano, dispuesto a mostrarse comprensivo, atento y es el que nos ayuda a abrir la ventana para darnos cuenta que es lo que siguiente que tendremos delante.
Repetimos hasta la saciedad la frase "como pasa el tiempo", pero se me plantea una duda, el tiempo es el que pasa, o es el tiempo el que nos ve pasar delante de él marcándonos el paso. Él se muestra tal y como es nunca cambia, y quizá es el que ayuda a calmar nuestras heridas, a sentarlo todo, cuando nos hace falta pensar, recapacitar, olvidarnos de aquello en lo que ya no creemos o no queremos creer.
Siempre será él mismo el que se acerque a darnos la última palmada que necesitamos, cuando prácticamente vemos perdido aquello en lo que en algún momento creímos, y también el que nos ayuda a coger un billete con un nuevo destino dándonos a nosotros esa oportunidad que pensamos que estaba perdida, y el más sabio consejero cuando nos obcecamos con algo en concreto y por mucho que hagamos está ahí presente.
Asi que a partir de ahora, no lo menospreciemos, aunque le demos la patada, seguirá marcando nuestros pasos........


"Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen.
Convivían, por supuesto, el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustia, la Envidia, el Odio...Todos estaban allí.
A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila e incluso previsible. A veces la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia y la Convivencia lograban aquietar el Descontento.
Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dio por enterada, todos estuvieron presentes.
Entonces el Conocimiento dijo:
-Tengo una mala noticia que darles: la isla se hunde.

Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
-¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!

El Conocimiento repitió:
-La Isla se hunde.
-¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás esquivocado!
-El Conocimiento casi nunca se equivoca -dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.
-¿Pero qué vamos a hacer ahora? -se preguntaron los demás.

Entonces el Conocimiento contestó:
-Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla. Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.
-¿No podrías ayudarnos? -preguntaban todos, porque confiaban en su capacidad.
-No, dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.

Las emociones dijeron:

-¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros?

Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando de polizón al Miedo, que como no es zonzo ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.
Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero,...Todas...salvo el amor.
Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:

-Dejar esta isla...después de todo lo que viví aquí...¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo?
Ahhh,..., compartimos tantas cosas...

Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra...y acarició cada rama...
Al llegar a la playa, exactamente desde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:

"Quizá la isla se hunda por un ratito...y después resurja...¿Por qué no?"



Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible...
La isla se hundía cada vez más...
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.
Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, que aún cuando se hundiera un poco, él siempre podría refugiarse en la zona más alta...
Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.
Así que, una vez más, tocó las piedrecitas de la orilla...y se arrastró por la arena...y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que otrora fue enorme...
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada...
Y la isla se hundía cada día un poco más...
Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño...

-Después de tantas cosas que pasamos juntos...-le reprochó a la isla.

Hasta que, finalmente sólo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Justo en ese momento el Amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desparecería para siempre de la faz de la Tierra...
Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía.
Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que per´día y en llorar lo que desaparecería poco a poco entre sus ojos.
Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros le comprendiera y le llevara.
Observando el mar, vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.

-Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de esta isla que no pude fabricarme un bote...

Y la Riqueza le contesto:

-Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento...-y siguió su camino sin mirar atrás.

El Amor siguió observando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores. Llamaba muchísimo la atención.
El Amor se estiró un poco y gritó:

-¡Vanidad...Vanidad...llévame contigo!

La Vanidad miró al Amor y le dijo:

-Me encantaría llevarte, pero...¡Tienes un aspecto!...¡Estás tan desagradable...tan sucio y tan desaliñado!...Perdón, pero creo que afearía mi barco- y se fue.

Y así, el Amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta el Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.

-Tristeza, hermana- le dijo-, tú que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo...¿Me llevarás contigo?

Y la Tristeza le contesto:

-Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaaan triste...que prefiero estar sola.- Y sin decir más, se alejó.

Y el Amor pobrecito, se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer.
Entonces se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla a esperar el final...
De pronto, el Amor escuchó que alguien chistaba:

-Chst, chst, chst...

Era un desconocido viejecito que le hacía señas desde un bote de remos.
El Amor se sorprendió:

-¿A mi?- preguntó, llevándose una mano al pecho.
-Si, sí- dijo el viejecito- a ti. ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.

El Amor le miró y quiso darle explicaciones:

-Lo que pasó fue que yo me quedé...
-Entiendo- dijo el viejecito sin dejarle terminar la frase, sube.

El Amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla.
No pasó mucho tiempo antes de ver cómo el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecería para siempre.

-Nunca volverá a existir una isla como ésta -murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito le contradijera y le diera alguna esperanza.
-No, dijo el viejo, como ésta, nunca.

Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguí vivo. Se dió cuenta de que iba a seguir existiendo.
Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.
Entonces, el Amor muy intrigado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:

-¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó...

Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es...
La Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:

-Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el tiempo.



Me despido por hoy, con todo un maestro como Mario Benedetti, con el poema "Hagamos un trato", basado en la canción de Carlos Puebla, que dice algo como: "Cuando sientas tu herida sangrar, cuando sientas tu voz sollozar, cuenta conmigo".
HAGAMOS UN TRATO

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo.

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
        es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

                          MARIO BENNEDETTI

"Nuestros sueños pueden convertirse en realidad si los deseamos tanto como para ir tras ellos".
WALT DISNEY